martes, 30 de mayo de 2006

¿Mesa de Partidos?

En relación con la tregua de ETA la mención a la constitución de una mesa de partidos como foro "multilateral" (utilizando la retórica de Herri Batasuna) es recurrente, y no podía ser menos pues ello es una de las condiciones de la izquierda abertzale. En el diálogo paralelo ETA/Gobierno y partidos vascos, la mesa querría constituirse como foro de todas las fuerzas vascas para discutir un nuevo estatus político para la nebulosa territorial con que se refiere a Euskal Herria.

No vale la pena repetir hasta la saciedad que el foro mas conveniente para discutir cualquier asunto político es el parlamento vasco, pues resulta evidente que es el órgano legítimo de toda entidad democrática. Lo que sí es conveniente es intentar descifrar lo que HB realmente pretende con tal foro extraordinario, puesto que ya que presiona sin cesar para lograr su legalización, parece que su objetivo es volver a las instituciones cuanto antes; si lo lograse, ¿no tendría ya el parlamento donde discutir sus postulados políticos? ¿para qué entonces una mesa de partidos?

Siendo así o bien HB no puede esperar a las próximas elecciones parlamentarias en el País Vasco o realmente quiere que la mesa de partidos oficialice su condición de partido ilegal pero con rango institucional, creándose así un órgano extra-legal tal y como ya tuvo lugar con la creación de la asamblea de municipios vascos Udalbiltza; ello estaría en plena coherencia con la voluntad subversiva de HB. Pero puesto que ésta juega con la contradicción, no vale la pena esperar a clarificaciones al respecto, más vale poner desde el principio debidamente coto a pretensiones dudosamente democráticas.

Sea cual sea la intención de HB con la mesa de partidos, ésta en todo caso tendría como consecuencia el desvirtuar al parlamento vasco y negarle protagonismo, como si ya previamente a que se diesen a conocer las conclusiones de los partidos, se degradase al parlamento como institución propia de una fase superada, la del estatuto español, sesgando claramente el cometido de la mesa a favor de los postulados de la izquierda abertzale; ello resultaría obviamente inaceptable. Sin embargo la alternativa a su no convocatoria, es decir la legalización de HB para que se acomode a las instituciones existentes, parece casi peor; es cierto que si HB redactase nuevos estatutos claramente democráticos y fuese registrada como nuevo partido, parecería un triunfo de la democracia por cuanto que la izquierda abertzale se habria visto obligada a acomodarse a nuestro sistema. Sin embargo la duplicidad abertzale la hace susceptible de intentar abusar del estado de derecho, reconociéndose como plenamente democrática pero preparándose a un escenario en el que su estructura sirviese de soporte a un eventual retorno de ETA a la violencia; ¿se puede correr el riesgo de legalizar a HB sin que ETA haya depuesto las armas?, a mi juicio no.

Dada esta situación en la que HB busca desesperadamente gozar de protagonismo sin comprometerse a nada, sí se le podría dar un sentido a tal mesa de partidos como expresión de una fase transitoria de integración de la izquierda abertzale sin que haya que dotarla de plena legalidad mientras el gobierno siga discutiendo la disolución de la banda terrorista. Evidentemente las condiciones para constituir tal mesa serían capitales para dotarle de verdadera utilidad democrática:

Primeramente el carácter no soberano de la mesa debería quedar claro; el que no se trate de un experimento para suplantar al foro de los ciudadanos del Pais Vasco, su asamblea, debería quedar manifiesto, y el que los partidos democráticos enviasen a sus miembros como delegados parlamentarios eliminaría dudas sobre qué órgano se subordina. Segundo, esta mesa debería dotarse de una estructura declarativa que la sesgase claramente a favor del objetivo capital en este proceso, la consecución de la paz, y ello de dos maneras: obligando a sus integrantes (partidos parlamentarios y HB) a reunirse sólo bajo la condición de jurar una serie de principios, entre los cuales el rechazo al terrorismo sería el principal y a comprometerse a no disolver la mesa antes de que ETA se hubiese disuelto completamente; los integrantes de la mesa deberían poder redactar una declaración conjunta saludando el fin de la violencia. Tercero, si bien carente de capacidad decisoria, la mesa debería ser un foro donde se redactasen conclusiones sobre la situación política, donde ciertamente todo podría someterse a consideración pero donde todo tipo de conclusiones deberían votarse por consenso, siendo el consenso el principio básico de la mesa. Cuarto, toda conclusión de los integrantes podría someterse a consideracion y voto del parlamento una vez que éste se contituyese una vez finalizada la normalizacion política, es decir disolución de ETA y legalización de HB como partido plenamente democrático y representado en éste.

Seguramente una mesa de partidos planteada de esta manera sea algo inaceptable para HB, que todavia soñará con que los partidos democráticos cedan por completo a su delirio etnicista, pero tras décadas de opresión de la sociedad vasca, HB demostraría estar realmente democratizándose aceptando la práctica del consenso ( ya que fue la izquierda abertzale quien más contribuyó a separar a la sociedad en dos, nacionalistas y no-nacionalistas, deberían demostrar su buena fe esforzándose en reparar el daño) y concibiendo la mesa de partidos como un foro transitorio para su integración en la democracia, no como integración de la democracia en el Pais Vasco a su esquema ideológico; el que esta mesa se disolviese sólo tras la disolución de ETA sería una condición necesaria, si HB no lo aceptase demostraría lo que seguramente desea, es decir que se trate de una mesa condicionada por la negociación de ETA con el gobierno, una mesa donde el miedo a que el veto externo de la banda se materializase en la vuelta a la violencia condicionaría irremediablemente a sus miembros .

Sin embargo una mesa de este tipo sería un verdadero esfuerzo de la democracia en asegurar a HB que realmente se desea su integración si cumple con un compromiso sincero en lo que nunca ha creído, la democracia. En ella sus integrantes aceptarían discutir todo tipo de asuntos políticos, incluida la autodeterminación, siempre y cuando HB aceptase de antemano que un rechazo mayoritario a tal derecho no sería condición para el retorno a la violencia; no se debería tratar de una mesa por la autodeterminación (que separa irremediablemente a la sociedad vasca) sino de una mesa por la integración en democracia. Más no puede esperar por nuestra parte, cualquier otra mesa sería ceder a sus postulados.

Eric Pardo

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