miércoles, 10 de enero de 2007

El consenso político y el fin de ETA

¿Cómo afrontar la nueva situación, después de que toda esperanza de fin dialogado se desvaneciese por la negativa del entramado terrorista de seguir la vía de Anoeta y las condiciones establecidas por el gobierno?; ETA, huelga decirlo, ha demostrado no haber interiorizado la futilidad de su estrategia violenta aun a pesar de haber quedado manifiesta su extrema debilidad ante las fuerzas del estado y la creciente inoperancia del menguante apoyo social, desmotivado y desconcertado incluso en sus feudos más inexpugnables. Los que leyeron el artículo "El Estado de Derecho ante la Tregua de ETA" recordarán que la hipotética aceptación de la banda de las condiciones impuestas por el gobierno no era más que el máximo fruto de la acción de las fuerzas del estado; el que ETA vuelva a su patrón de conducta habitual y que demuestre ser de nuevo indigna de credibilidad alguna no es sorprendente y sólo demuestra que la maduración, si es que algún día llega, aún está lejos. Por muy chocante que resulte a los más integristas de la política antiterrorista, tendrán que reconocer que los intentos por sondear la paz habrían de repetirse si se presentasen situaciones favorables como la de marzo del año pasado, pero el caso es que hoy por hoy sólo queda la vía policial como alternativa.

Y sin embargo no basta con volver sin más a la represión policial tal y como ha ido siendo aplicada hasta el momento, sino que hay que establecer nuevos medios para proceder al doblegamiento de ETA; la razón desde mi punto de vista es que tras la larga etapa sin víctimas del terrorismo de ETA, el umbral de tolerancia hacia tal lacra es aún menor y la paciencia de los poderes públicos ha de ir a la par con ello; quizá sea útil plantearse seriamente la coordinación cada vez más estrecha de los diferentes gobiernos, central y autónomo vasco para aunar fuerzas y aumentar por tanto la efectividad policial y judicial. Y sin embargo, por muy contundente que esté resultando la posición del Presidente del PNV, Josu Jon Imaz, no me muestro muy optimista en cuanto que ésta se traduzca en la reversión del más lamentable atavismo político del gobierno autónomo vasco dirigido por el PNV, que es la tolerancia hacia ciertas formas de violencia y la reticencia a seguir una política más contundente contra el mundo abertzale; durante muchos años se ha visto a HB como poco más que un elemento díscolo de la familia nacionalista, pero eso ahora más que nunca ha de cambiar radicalmente.

Las medidas concretas han de estar destinadas a eliminar las parcelas y medios aún intactos del poder abertzale y para ello será necesario que el gobierno autónomo vasco actúe poniendo en marcha por un lado a la ertzaintza para erradicar de las calles el fenómeno del terrorismo callejero. Pero eso no basta, pues igualmente hay que cercenar las fuentes de financiación que aún dan vida a ETA y para ello las agencias tributarias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya han de reforzar la vigilancia sobre aquéllos que contribuyen con el impuesto revolucionario forzoso o voluntario; es muy posible que los medios no existan para ello en las administraciones provinciales, o que si existen no hayan sido utilizados para tal fin por espúreas consideraciones de orden político; el gobierno central habrá de ser más incisivo en sus presiones a la las administraciones autónoma y provinciales vascas para que tome medidas en estos asuntos y que acepte la coordinación con el poder central en la medida de lo necesario: la reunión entre consejero y ministro de interior, Balza y Rubalcaba y las ocho detenciones de elementos de vandalismo callejero parecen indicar que la línea dura de Imaz y las buenas relaciones entre PNV y PSOE van a dar sus frutos en esta materia, pero será deseable que se intensifique y que se extienda a otros ámbitos si necesario.

De lo dicho en el párrafo anterior se deduce que indudablemente hay que proceder a una unidad de acción con la administración vasca y cuidar las relaciones políticas con el PNV en la medida de lo posible si se traducen en resultados inmediatos de represión en todos los ámbitos contra el ámbito abertzale al que hay que someter a la más implacable asfixia. Pero lo que está claro es que si bien la unidad de acción gira entorno sobretodo a la alianza entre el PSOE y el PNV, la unidad moral, el consenso en materia antiterrorista ha de seguir sustentándose alrededor de una unión de hierro entre el PSOE y el PP, y sin embargo la torpeza y la mala fe han dinamitado completamente lo que durante tantos años funcionó impecablemente y que permitió el Pacto Antiterrorista y la reforma de la Ley de Partidos. No cabe imaginar recetas milagro para lograr lo que es posible que no retorne más que quizá con un recambio generacional de los políticos, lo único que cabe asumir es que el terrorismo se ha convertido en campo abierto para la disputa política.

¿Cómo hemos llegado a esta lamentable situación? La complejidad no permite que me atreva a dar una respuesta total en este artículo, pero creo que ya he mencionado lo que ha originado todo esto: torpeza, mala fe.

Torpeza la del gobierno que supo formular correctamente una estrategia antiterrorista en la que cabía el diálogo pero que se perdió en errores manifiestos acentuados por el escaso margen otorgado por la oposición furibunda del PP: si la declaración de ETA a mediados del 2005 en la que declaraba una tregua para cargos políticos fue declarada insuficiente e inaceptable por el gobierno, ¿tenía alguna otra opción? ¡si por lo menos no hubiese espacios de debate en los que la pasión inhibiese los juicios!, ¿no podría el gobierno haber declarado que si ETA extendía la tregua con carácter universal, se procedería a un primer acercamiento de presos? de ninguna manera, pues el PP habría azuzado a una ciudadanía predispuesta a rechazar tal concesión, ¿resultado? quizá el gobierno prefirió responder relajando la presión policial (las detenciones disminuyeron drásticamente) que podía justificarse a posteriori con que se adaptaba a una retracción de ETA (lo cual es probable que realmente ocurriera, pero no podemos estar seguros) ¿razones de esto? pues mala fe de uno y posible torpeza de otro; el PP ha estado manteniendo un discurso insustancial y alejado del análisis de causas y consecuencias y empapado de una pasión ultraconservadora cuya febrilidad (triste que un periódico que merece elogios por su seriedad como el ABC se sume al delirio) hace mezclarlo todo y de cuyos espamos se levantan las siniestras intenciones de un gobierno que tendría a largo plazo el objetivo de perpetuar un nuevo orden nacional y territorial en el que la tregua de ETA sólo sería un elemento más en su estrategia por mantener un gobierno único que excluyese al PP. Por el otro lado el discurso infundadamente optimista del presidente, ingenuo en su ciega creencia de que el conflicto se resolvería sin más, le ha alejado de la realidad política, y le ha puesto ante el hecho de que si ETA rompía la tregua quedaría desnudo ante la artillería pesada del PP lo cual le hizo débil en momentos clave como el rebrote de la Kale Borroka, el robo de armas y hasta cuando el atentado de Barajas le hizo decir que la tregua se suspendía delegando en su ministro de interior la dura y más apropiada fórmula de ruptura que convenía que él mismo pronunciase; ¿qué ocurrió? pues de nuevo, esta vez al revés, torpeza y después mala fe: la debilidad puntual del gobierno hacía más digerible el discurso infundado del PP de que tales muestras de debilidad serían en realidada la punta del iceberg de la debilidad de principios que fundamentaría la acción del gobierno; quien razone se dará cuenta de que eso no es así, la síntesis del PP encubre su incapacidad o falta de voluntad para analizar las diversas causas y le empuja a la deslealtad más absoluta y descarada.

El colofón de esta triste situación es la falta más absoluta de consenso en cuanto a la manifestación del sábado 13 de enero, preguntémenos de nuevo y por tercera vez ¿que ha ocurrido? ¿torpeza y mala fe de nuevo? me temo que sí. Inicialmente el PP apostaba por no ir, pues desde la ruptura de la tregua el PP exige lo inexigible, un verdadero mea culpa del presidente para aceptar recomponer la unidad, pues así lograría aniquilar moralmente al gobierno y ponerle en la picota, mientras que si se niega, le permite mantener un acoso desgastador; pues bien el PP tuvo la oportunidad de dar fundamento a su negativa a acudir a la manifestación por un incomprensible acto de sectarismo de la UGT, uno de los convocantes junto a CCOO y la Federación de Asociaciones Ecuatorianas, que se negaba a la exigencia del Foro de Ermua de incluir en el lema la palabra libertad, una exigencia que si bien procedía de una radical desonfianza, era perfectamente asumible y habría facilitado la mayor integración posible. La UGT se negó hasta los últimos momentos en asumir la palabra sin dar explicaciones, y el gobierno pecó de manifiesta complicidad por lo menos pasiva al no censurar la actitud de la UGT. Pues con ello el PP tenía la excusa perfecta yademás de mala fe, presente en este caso también en la UGT sin paliativo alguno, compartió torpeza al caer en una trampa, pues con la asunción del lema (mejorado aún más con la palabra "vida") por parte de los convocantes, ha quedado al descubierto su iniquidad, cayendo en manipulaciones ajenas intentando manipular ellos a la opinión pública sin vergüenza alguna; es triste que el lema unitario sea elegido finalmente por mero cálculo político para hacer daño al PP y dejarle sin excusas, pero eso no habría ocurrido si el PP no hubiese tenido desde el principio la indignidad de despreciar la manifestación si no se le daban las garantía de que no legitimaba el diálogo con ETA, pues tan perversa debe de ser la intención del gobierno que en sus manos los lemas más contundentes deben de tener la mágica virtud de significar su contrario, según el señor Rajoy, maestro consumado por cubrir de la más irreprochable aura de responsabilidad y moral la estrategia de frío cálculo político inspirada de la guardia de su Secretario de Organización, el señor Ángel Acebes. Tiene razón la editorial del ABC de hoy Sábado 13 cuando dice que la UGT y el PSOE no tuvieron (a mi juicio por lo menos suficiente) voluntad de integrar con un rechazo tan burdo a la petición del Foro de Ermua, pero decir que era una estrategia calculada para enfrentar al PP con la opinión pública no se sostiene, pues la indefinición del PP sobre sus intenciones de acudir o no, respondía no a la buena voluntad de esperar que el gobierno diese muestras de claridad sobre sus intenciones, sino a poder pronunciarse negativamente sólo al final para hacer plausible que esperaron pacientemente a que el gobierno explicase que "por la paz, contra el terrorismo" significaba en verdad "por la paz, contra el terrorismo" y no "por la paz, con el terrorismo" como se podría pensar razonablemente, y que la UGT planeó dar una razón al PP para retirarla y poner en el último momento en mala postura, que es lo que al final realmente ha ocurrido, ¿pero que credibilidad tiene el señor Rajoy exigiendo que le expliquen ahora el significado real de una palabra, libertad, a la que se agarró para justificar su no asistencia y su ruptura del consenso de la mano de la muy política AVT? Sólo cae en juegos sucios quien se presta a ellos (sin que esto exculpe el nefasto papel jugado por la UGT) y creo que de todo esto quedará en los corazones de muchos ciudadanos un hastío, decepción y tristeza por las sutiles mezquindades de la clase política, un PP furibundo y un PSOE que aun sufriendo injustos reproches, no está a la altura de no caer en el juego de frentismo que le propone el principal partido de la oposición.

Termino preguntándome simplemente si la ciudadanía y en especial la Federación de Asociaciones de Ecuatorianos en España y su intachable civismo, merecen tan lamentable espectáculo.

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