jueves, 13 de marzo de 2008

Resaca Electoral

PSOE 169, PP 154. Estos son los resultados y se pueden concluir de un solo vistazo dos cosas: que el Partido Popular ha perdido su apuesta de erigirse en alternativa y que el Partido Socialista se acerca insuficientemente a la mayoría absoluta. Quizá sea esta una manera un tanto injusta de enfocar el desenlace de la contienda electoral, pues la victoria es claramente del PSOE y la mayoría absoluta no estuvo en ningún momento tan al alcance de la mano (salvo a la luz de algunas proyecciones a pie de urna) como para ser la mágica cifra de 176 el baremo con que medir el éxito o el fracaso (relativo se entiende) Sin embargo cabe resaltar la insuficiencia de la cifra de escaños del PSOE como exponente de una realidad que se vuelve a imponer, la inevitabilidad de los pactos ; estando Zapatero más cerca de la mayoría absoluta esta tarea debería de contemplarse con mayor serenidad, y sin embargo la cosa no es tan simple.

Primeramente cabe mirar los seis escaños del PP, magro ascenso que el PSOE contrarresta con sus otros cinco (victoria en todo caso del bipartidismo) y que se mire como se mire, no sólo no otorga la victoria sino que empalidece con la intensidad de la oposición que ha venido practicando Rajoy y que sin embargo que ha de verse como una inquietante señal: votantes del PSOE espantados por las exigencias nacionalistas han respondido al catastrofismo Popular. Hablando a las claras, con una reforma del estatuto catalán que tocaba "las cosas del comer" (los mecanismos de solidaridad interterritorial) y cimentado quizá por la orgía dialéctica generada por la negociación con ETA, muchos electores potenciales de centro han optado como mal menor por el PP a pesar (o algunos quizá alentados...) de su tremendismo; sin embargo, la estrategia del PP, experta en espantar electores o en atraérselos en su contra, ha favorecido un formidable cierre de filas en torno al PSOE de ciudadanos procedentes del nacionalismo, ya fuesen del PNV o de ERC. La lectura aviesa de que el PSOE se los ha ganado a golpe de radicalismo obvia que ciertos nacionalismos se han ganado la volatilidad de su electorado con sus posturas frentistas, pero en todo caso no quita que un PP más moderado bien podría haberle privado al PSOE de tan precioso caudal de votos, así que la lección es clara: el PSOE habría más bien de ganarse a esos electores que tanto brillo le sacaron al PP en Madrid y Valencia si quiere asentar sus perspectivas electorales sobre bases más estables.

Ahora en segundo lugar miremos el mapa electoral con detenimiento: por un lado CiU y PNV se mantienen (ésta sólo pierde un escaño si bien sufre una inusual sangría de votos) mientras que por el otro ERC e IU pasan de 13 escaños a sólo 5, una auténtica debacle; con ello la alternativa de izquierdas se torna más débil, restando factibilidad a la opción que se priorizó hace cuatro años. Pero igualmente se vuelve más difícil jugar al triángulo ERC-CiU-PNV: la primera pierde en influencia , la segunda tiene poco que recibir (no gobierna en la Generalitat) y desconfía con razón del gobierno, mientras que el tercer socio con sus veleidades secesionistas es enormemente incómodo; el sutil juego que permitió al gobierno apoyarse en uno y otro alternativamente tiene pocas posibilidades de jugarse. Además hay que mencionar un factor derivado de lo dicho del anterior punto: son el PSE y el PSC los que se pueden arrogar el mérito de haberle dado "su merecido" a loa nacionalistas, de manera que a la hora de elegir a uno de los socios que mayor estabilidad garantiza, ya sea PNV o CiU, una u otra federación ejercerá una mayor presión para que no se lleve a cabo. Así pues, ¿qué hacer?

Fijándonos en lo que uno y otro, PNV y CiU, ofrecen, por ser tal y como ya hemos indicado los socios que mejor garantizarían la estabilidad, vemos que el primero sería sin duda el más idóneo en lo que a estabilidad se refiere, pues estando como está al frente de un gobierno que lleva ejerciendo sin discontinuidad desde más de un cuarto de siglo, tiene intereses que el gobierno central puede atender; pero aunque Ibarretxe retirase sus delirios secesionistas, la contrapartida, es decir como mínimo la subordinación del PSE y respeto a sus modelos particularistas, en especial el lingüístico, resultarían inaceptables para muchos desde ese centro desencantado que ha apostado en Madrid y Valencia por el PP.

¿Qué decir de CiU? se trata de un socio que sostuvo al PP desde 1996 hasta el 2000 y que en cambio inspira confianza en el centro por su pragmatismo y su moderación, en especial con una persona al mando tan poco estridente y abierta al diálogo como es Duran i Lleida; la pega ya la hemos mencionado, lo poco que tiene que ganar por su exclusión del gobierno. De hecho en el PSC la idea de que se exijan remodelaciones en el gobierno de la Generalitat por su apoyo resulta inaceptable. Y sin embargo un pacto estable con CiU es la opción más razonable y no debería de poner en modo alguno en demasiados aprietos ni al PSOE ni al PSC.

CiU dividida como está en dos sensibilidades representadas por Artur Mas y Antoni Duran i Lleida y por tanto con tentaciones ya de forzar el cambio en Cataluña ya de representar un centro-derecha responsable a nivel nacional dejando de lado la situación catalana, tiene que lidiar con complicadas contradicciones internas; el buen resultado de Duran i Lleida le pone a cubierto de los ataques de los sectores más nacionalistas y avalan su estrategia de colaboración responsable y ello sin duda habría de ser una buena noticia para Zapatero. Resultando claro que el PSOE nunca podría forzar al PSC a romper su tripartito y reintegrar a CiU en el gobierno, tampoco gana la formación nacionalista presionando al gobierno central o incluso sometiéndole a chantaje, pues difícilmente se ganaría las simpatías catalanas, que con razón (y en especial con los históricos resultados del PSC) verían en tal estrategia manejos traperos que intentasen influir en Madrid para contravenir la voluntad de los electores catalanes; y seguramente tampoco gane entrando en el gobierno central, pues en seria cuestión quedaría su catalanidad. Pero sin embargo, con la inestabilidad que parece inherente al tripartito con los díscolos cambios de humor de ERC, bien podría ganar a largo plazo CiU con un perfil bajo que se concretase en una política de pactos con el PSOE que demostrase su capacidad de gestión y que forzase al gobierno central a cumplir sus compromisos con Cataluña en el margen de lo que la autonomía de la Generalitat permitiese y así gozar de credenciales ante los electores en caso de fracaso del tripartito; seguramente de triunfar tal estrategia, a largo plazo, tanto Duran i Lleida como Mas habrían tenido razones de verse con intereses comunes. Si además el PSOE fuese lo suficientemente hábil como para seguir manteniendo una buena relación con ERC en materias sociales que permitiese acuerdos y consensos, podría limitar las posibilidades de su alienación y con ello la ruptura del tripartito, con la consiguiente posición de fuerza de CiU, si bien su influencia sobre la amenaza de un cambio radical en la formación republicana sería limitada.

Sin embargo la posibilidad de que tal opción se concrete no parece muy grande; seguramente el PSOE priorice una relación estable con el PNV que junto a otros pequeños partidos podría brindarle la mayoría en el parlamento. A mi juicio ello sería un error por la mala imagen (en gran parte justificada) del PNV y por el precio que la oposición socialista en el País Vasco habría de asumir, volatilizándose las esperanzas de cambio y reforzando la hegemonía del partido nacionalista. Además podría debilitar la posición de Duran i Lleida y radicalizar a CiU, lo cual no sería de buen augurio si en mitad de la legislatura la alianza con el PNV se volviese insostenible (tal y como pasó con ERC). No quiero con ello decir que el PSOE debería contemplar una alianza exclusiva con CiU, pues un diálogo fluido con las demás formaciones serviría de contención a ésta al abrir la perspectiva de alianzas cambiantes, pero sin duda si de priorizar se trata, la formación catalana resulta idónea, siempre y cuando el PSC se abstenga de hacer valer su postura; si el PSOE se vincula demasiado con nacionalistas incómodos, puede calar aún más entre ese centro desencantado la sensación de que Zapatero no defiende oportunamente la cohesión o incluso los valores del país con las consecuencias imaginables en futuras elecciones.

Eric Pardo

1 comentario:

Resultiva de que dijo...

Mmmmm.... Ahora espero ansiosa un análisis profundo del 22-M, y de paso un poquito de opinión a cerca de lo de Sol, que tenéis esto muy,pero que muy, abandonado.