Nota
Bene: Escrito antes de las últimas decisiones tomadas, prefiero dejarlo tal y
como estaba escrito.
Se
oían diversos rumores en tal dirección, y no pocos fueron los sustos que ya
antes de las elecciones parecerían confirmar aquello que se “estaba fraguando…”
Quienes no querían dar crédito a ello, lo achacaban a mera retórica electoralistas,
y la intuida furia de aquellos de cuyas intenciones tanto se temía, querían
aquellos imaginar aplacada una vez ganadas las elecciones. Además, pronto
recabaron nuestra atención asuntos de mayor gravedad, de índole económica casi
todos ellos, y que al descontento hacia el gobierno, un flanco ofrecían bien
alejado de aquello que hoy nos ocupa. Sin embargo, vista estos últimos días…
¿podemos en efecto pensar que era mero humo electoral, materia de orden
secundario, o, si aún queremos aferrarnos a la esperanza, simple malentendido,
o por lo menos, en descargo de quien aún sus intenciones no ha desvelado
plenamente, nada de tal gravedad? Ya sabrán los lectores, por el título, a qué
me refiero: me refiero, a lo que se perfila como un auténtico golpe de
estado…por lo menos a lo que nuestra televisión pública se refiere.
Muchos
recordaremos las reacciones de la Secretaria General del Partido Popular, Dña.
Dolores de Cospedal, aireando sus quejas sobre la presunta imparcialidad de la
Televisión pública española. Muchos recordaremos también, cómo la defensa de su
profesionalidad por parte de la bien valorada periodista Ana Pastor ante la
misma personalidad política, motivó alguna “inocente” insidia vía Twitter y
muchos igualmente recordarán, cómo la elección de un nuevo Presidente para
RTVE, se demoraba, como tantos cargos antes, por desacuerdos entre gobierno y
oposición. Y es que tras la reforma del Ente en el 2006, se oficializó la
elección de éste por mayoría de tres quintos, lo cual debía asegurar, y vistos
los resultados, por lo menos según la percepción ciudadana a tenor de varias
encuestas, plenamente aseguró, la imparcialidad de la cadena público, o al
menos, un grado de imparcialidad nunca visto hasta el momento. El señor Alfredo
Urdaci, Jefe de Redacción en tiempos del control autoritario de la cadena
pública, hacía de Twitter nuevamente la correa de transmisión de un buen susto,
que vista la última decisión del gobierno, no alcanzaba ni la calificación de
broma de mal gusto. Y es que tal arrogancia de quien seguramente ostente el
honor de haber llevado la instrumentalización de TVE a niveles inauditos en
democracia, precisamente cuando el gobierno ha decidido romper la baraja a
favor de lo que parece abrir la puerta a viejos esquemas, es aparte de
insultante, bastante inquietante. ¿Y es que no hablábamos de golpe de estado?
Sí,
lo hablábamos, y ello por la simple razón de que, ya sea por utilizar una
provisión ya existente en la susodicha ley, o por cambios legislativos que se
avecinen (confieso mi confusión hecha una somera revista de prensa donde se
reflejan los ruidos de sable), lo que se prepara es la elección por mayoría
simple, como en aquellos viejos (por desgracia no tanto) tiempos de
desvergonzada manipulación informativa. Apisonada una de las garantías más
sólidas, y que con justicia habría de figurar como un mérito de un gobierno que
por lo demás no pasará a la historia por una puerta muy grande, el de Rodríguez
Zapatero, razones hay para la inquietud. ¿Justificaciones para tal decisión?
Bueno, los peores crímenes justificados están en caso de legítima defensa…la
oposición habría bloqueado el nombramiento, habría hecho de algo materia de
consenso, materia precisamente de confrontación, etc. Últimas noticias parecen
desvelar que el gobierno, un nombre (solo uno), en lo que parecen formas de
ultimátum, propuso para el puesto vacante, y que ante la negativa (tal y como
intuimos a través de las brumas informativas), de la obstruccionista oposición,
se habría visto “forzado” a tomar esta medida.
Muchos
ahora se preguntarán si está justificado el tremendismo de mi recurso a la
definición de golpe de estado. Depende, depende de qué entendamos por golpe de
estado, y depende sobre todo de hasta dónde queramos tener presente nuestra
dignidad ciudadana. Quien aquí escribe,
en modo alguno cree que la dignidad haya de pararse allá donde quedaron
aparcados nuestros más oscuros fantasmas: ¿sentimos el yugo de la falta de libertad?
¡Pues aferrémonos a la dignidad de tenerla! Todo lo que no suponga la entrada
arma en mano en un parlamento, malo, puede que sea, pero no golpe de estado.
Por esa regla de tres, la manipulación televisiva es solo un problema cuando en
manos de una dictadura… ¿pero en manos de una democracia? Un mal seguramente
menor… La cuestión es si realmente no tenemos como deber ciudadano la mejora de
nuestro régimen político. Si alguien, como yo, responde que sí, entonces le
propongo que siga la premisa: “nuestro deber no es conservar el legado de
nuestros antecesores, sino la de mejorar el legado de los que nos sucederán”.
Dicho esto, pregunto: ¿Alguien puede justificar la utilización política de los
medios de comunicación públicos? Quien responda afirmativamente, poca
satisfacción encontrará en este artículo, pero asumo que la mayoría de la
ciudadanía opinará lo contrario, y opinará, al contrario que nuestro hipotético
discrepante, que no son estos objeto de la ley de las mayorías, sino de una
serie de leyes, mucho más básicas, y en las que se apoyan las reglas del juego
de nuestro sistema político, que son fruto del consenso, o en su defecto, de
mayorías cualificadas. La norma de los tres quintos, era coherente con ese
principio, era coherente con los procedimientos de esas reglas del juego, y era
por tanto un claro avance frete a lo que la ciudadanía había de sufrir hasta el
momento. El retorno a un sistema de elección en manos de las mayorías
circunstanciales, como lo sería la elección por mayoría absoluta no
cualificada, o peor aún, simple, claramente no lo es, y es por tanto una clara
agresión. No lo es contra la democracia, “per se”, pero sí es un golpe de
estado democrático a las reglas del juego, lo que parece que se fragua.
Por
último, permítanme que rescate por un momento a nuestro hipotético discrepante,
le vistamos del derecho a la legítima defensa, le pongamos a hablar a favor del
“mal menor”, es decir, el decreto para sortear el “bloqueo” de una
irresponsable oposición, y que además,
para evitarle un excesivo esfuerzo intelectual, le demos la razón. ¿Nos
quedamos sin argumentos? Pienso que no: ¿Es que acaso no hay por defecto otro
legislador que el gobierno en esta situación? En mi opinión sí: los
profesionales mismos de la RTVE. Me imagino que si hacemos subir al estrado a
la ínclita Srª de Cospedal, discreparía, pues parecía que precisamente era la
manipulación de los profesionales mismos, contra lo que se querría luchar, y
que si hablásemos de autogobierno profesional, no sería la misma mi opinión en
relación a la judicatura, pero guiado por mi propia percepción, y fiándome a la
lo que la opinión de la ciudadanía parece haber expresado hasta el momento a
través de encuestas, voy a discrepar y
voy a declararme a favor libertad de los profesionales de RTVE. Por tanto, ya
que la oposición obstruye (recuerden que dábamos la razón a nuestro
discrepante), por defecto, el gobierno no debería decretar, sino incluir
provisiones para que faltando consenso, fuesen los profesionales los que
“gobernasen”. ¿Se hará eso tal y como se intentó hacer antes del 2006, bajo el
primer gobierno de Zapatero, cuando la dirección aún no había sido consensuada
por los dos principales partidos? Sinceramente, visto el talante general de que
hace gala el gobierno actual, pienso que no. Por eso, escribo este artículo, le
doy este título, y proclamo necesario la preservación de nuestra dignidad como
ciudadanos frente a los desmanes de un gobierno sin ataduras al mando de su
mayoría absoluta. Si alguien piensa que es prematuro alzarse antes de encontrar
hechos concretos, le responderé que bastante mal se ha hecho al cambiar la ley,
como para que desee esperar a esos hechos concretos.
Eric
Pardo
1 comentario:
Vale la pena leer este artículo de hoy Domingo 21 de Octubre en El País, ¡no tiene desperdicio! va además muy en la línea de lo arriba escrito: http://elpais.com/elpais/2012/10/15/opinion/1350295269_151872.html
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